El origen de la raza se remonta al siglo XIX. Los primero datos de la raza Parda de Montaña aparecen en España hace más de 160 años, cuando se producen los primeros cruces de la raza parda Alpina con razas autóctonas del norte de España, cómo la Asturiana de Montaña o la Pirenaica.
El objetivo de estos cruces era obtener un animal con una mayor rusticidad y una mejora de las producciones de las razas locales, principalmente la producción lechera.
La existencia de razas con una mayor producción lechera y la crisis económica de las zonas de alta montaña hicieron que a mitad del siglo XX se iniciaran, por parte de los ganaderos, una serie de acciones encaminadas a la reconversión de la raza, para obtener un animal con una aptitud más cárnica.
Es en este momento cuando se propicia la “creación” de la raza Parda de montaña. Esta raza debe su nombre al color de su capa y al asentamiento geográfico.